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Yo aprendí dactilografía; ¿Y tú, sigues tecleando con dos dedos?

El problema de tener que escribir… a máquina

Hoy en día, tanto docentes como alumnos, nos vemos obligados a "meter" muchas horas de teclear textos para programaciones, informes, trabajos, ejercicios… deberes. ¿Pero qué pasa normalmente? Pues que, como ocurre en muchos otros casos, que escribir "a máquina" no se enseña en la escuela, ni en el instituto (sí, ya sé que alguno/a ya está pensando "para lo que enseñan allí…"), por lo que al final resulta que aprendimos como Dios quiso hacernos entender, y luego pasa lo que pasa: acabamos escribiendo con dos dedos, o a lo sumo, con 4 dedos, y evidentemente mirando el teclado -casi- continuamente; rendimiento mínimo y cansancio máximo.

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la Olivetti Línea 98, ¡ese clásico!

Bien, esto es lo que ocurre normalmente. Pero no le pasa a todo el mundo, por lo menos no a todo el mundo que se dedica "profesionalmente" a escribir. Me explico: todos los profesionales que tienen que escribir "en serio" como parte de su trabajo, pasan por una fase-clases de aprendizaje digito-dactilográfico, es decir, escritura con los dedos (y me diréis que vosotros ya lo hacéis así; pero esperad un poco y seguid leyendo). Esto se trata de lo que se conoce como "escribir a máquina" o escribir con teclado de ordenador como se diría hoy más correctamente. Así lo hacen todos los oficinistas, admnistrativos, periodistas… y otros profesionales de la escritura.

Y digo yo: si yo tengo también que escribir realmente muchos documentos a lo largo de mi vida, digamos de estudiante (y no digamos de docente), ¿No sería de lo más inteligente invertir parte de mi tiempo (y al principio sería lo mejor, claro, para amortizar el esfuerzo) en aprender a escribir "de verdad y rápido", para sacarle el máximo partido al tiempo que tengo que utilizar para hacer mis trabajos, escritos, deberes…?

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La MAC, Media Access Control, de un dispositivo

La dirección MAC (Media Access Control) es un identificador único que cada fabricante le asigna a la tarjeta de red de sus dispositivos conectados, desde un ordenador o teléfono móvil hasta routers, impresoras u otros dispositivos.

La función de la MAC

Una dirección MAC está compuesta por seis grupos de dos caracteres dentro de una longitud global de 48 bits o 6 bytes. Por ejemplo, si su estructura general es MM: MM: MM: SS: SS: SS, una dirección concreta sería: 00:1B:43:10:2A:E7. Los primeros 24 bits son definidos por el fabricante y los 24 bits restantes son definidos y configurados por la IEEE.

Hay que tener en cuenta que todos los dispositivos que se encuentran dentro de una misma subred tienen diferentes MAC y esto es algo que nos ayudará en tareas de mantenimiento buscando posibles errores. Esta es la diferencia principal con una dirección IP, que una MAC no cambia, es decir, no es dinámica pues es el DNI de ese dispositivo. De ahí que en tareas de seguridad se hagan filtrados de direcciones MAC y así rechazar peticiones de equipos con direcciones MAC que no tenemos aprobadas.

Si estás revisando quién está conectado a tu red y quieres identificar cada dispositivo tienes dos maneras de hacerlo. Puedes ir encendiendo y apagando cada dispositivo, pero también puedes ir a tu móvil u ordenador, averiguar su MAC y buscarla en la lista de conectados.

Averiguar la MAC en mi dispositivo

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¿Qué es el Internet de las cosas, IoT?

Conoce todas las posibilidades que ofrece Internet de las cosas en la actualidad y cómo repercutirá en el futuro de los hogares

El Internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés) es un realidad que ya estamos viviendo pero su efecto se intensificará en los próximos años. Implica la interconexión de objetos a un nivel que apenas podemos imaginar, incluso existirán más cosas conectadas a la red que personas. Te contamos qué es el Internet de las cosas y para qué sirve, de modo que te prepares para lo que se viene.

Breve historia

Aunque no lo parezca, el concepto no es tan nuevo. Es en 1999 cuando se habla por primera vez de IoT. Fue Kevin Ashton, del Massachusetts Institute of Technology (MIT), quien escribió el artículo “Las cosas de Internet de las Cosas”.

En el mismo hizo referencia a que las personas cada vez tenían menos tiempos para cumplir con sus tareas domésticas cotidianas. De allí la necesidad de encontrar una nueva forma de conexión a internet de manera que los dispositivos realicen esas tareas.

Hoy en muchísimos aspectos de nuestra vida esto es una realidad. Sin embargo, más allá de facilitar la vida de las personas, el Internet de las Cosas destaca por otros aspectos. Garantiza mayor eficiencia de los dispositivos, contribuyendo especialmente al cuidado del Planeta.

¿Cómo funciona el Internet de las Cosas?

El IoT funciona haciendo uso de tecnologías inalámbricas. Entre ellas el Wi-Fi, Bluetooth, datos móviles (3G y 4G), NFC y RFID. Entonces, a través de una red los objetos se conectan entre sí intercambiando información o ejecutando acciones. Las aplicaciones funcionan dentro del concepto de Internet de las Cosas gracias a tres factores fundamentales:

  • Los Dispositivos: como dijimos corresponde a todo objeto que pueda conectarse a la red. Por ejemplo refrigeradores, lámparas, relojes, cafeteras y otros, equipados con lo necesario para comunicarse con otros.
     
  • La Red: ya estamos familiarizados con ella y es el medio de comunicación entre las cosas.
     
  • El sistema de control: necesario para capturar datos de los dispositivos y procesarlos.

Para simplificar, imagina tu casa. Ahora piensa en todas las cosas que tienes en tu cocina, como el refrigerador. En ese escenario, el refrigerador podría avisarte cuando un alimento se acabe, puedes hacer una investigación y encontrar mercados con los mejores precios para comprar determinado producto. También te podría sugerir diferentes recetas de comida con las cosas que hay disponibles dentro del refrigerador.

Y ahora, pensando más allá, sobre conectividad; imagina que tu despertador toque por la mañana, y envíe un mensaje para que la cafetera comience a preparar el café y notificar a las cortinas que deben abrirse lentamente. ¿Parece demasiado futurista?

¿Puedes entender el concepto que hablamos anteriormente en acción? Objetos conectados entre sí (el despertador y la cafetera), que intercambian información (hora de despertar y hacer café) para crear una acción (café listo sin preocupaciones).

Aplicaciones y ejemplos de IoT

El hecho de que Internet haya evolucionado de forma rápida, ha hecho que el IoT o Internet de las cosas ya sea una realidad. Pero sobre todo, son todas las posibles aplicaciones y posibilidades que nos proporciona lo que ha hecho que haya logrado esta gran popularidad e interés tanto por fabricantes como por los propios usuarios.

Las aplicaciones son muchas a día de hoy, pero de lo que no hay duda es que serán casi infinitas con el paso del tiempo. Estas son algunas de las múltiples aplicaciones en los distintos sectores:

Domótica: Ya son muchas las personas que cuentan con diferentes dispositivos que se conectan a Internet para facilitarles ciertas tareas en casa. Uno de los más extendidos son los dispositivos que podemos controlar con nuestra propia voz y a los que podemos solicitarles ciertas tareas relacionadas con otros dispositivos conectados. Eso por no olvidarnos de los sistemas de seguridad que nos permiten conectarnos desde el móvil o nos avisan si alguien entra en nuestra casa, termostatos inteligentes controlados desde el móvil, luces que podemos apagar, encender o cambiar de color con la voz o desde el móvil, etc.

En el día a día: Un despertador puede estar conectado a nuestra cafetera y unos instantes antes de que suele la alarma programada puede comenzar a prepararnos un café. Los frigoríficos podrían conocer la fecha de caducidad de los alimentos o la cantidad de cada uno de ellos que queremos tener guardados en ellos. De esta manera, podrían avisarnos de aquellos que van a caducar próximamente o de los que tenemos que añadir a la lista de la compra porque se están acabando, por ejemplo.

En la industria: El IoT ya se usa en ciertas fábricas o plantas de producción con distintos fines u objetivos. El hecho de poder contar con dispositivos conectados y ciertos sensores también conectados, hace que se puedan generar alarmas o enviar mensajes alertando de cualquier situación que requiera tomar una decisión o que permita saber que algo está yendo mal.

En la ganadería: En este sector, la monitorización biométrica y la geolocalización son dos factores que ya están ayudando mucho a los ganaderos y que seguro podrán ayudarles aún más en un futuro próximo. El IoT o una serie de dispositivos conectados y que pueden llevar consigo los propios animales favorecen el trabajo de los ganaderos cada vez más.

Edificios: sin ninguna duda, el uso de dispositivos IoT también permite controlar ciertos suministros como la luz, la calefacción o el agua. Algo que permite que los edificios sean cada vez más inteligentes y puedan enviar cierta información para determinar si hay alguna avería antes de que el propio ser humano se dé cuenta de ello. En este ámbito, las empresas también pueden aprovecharse de estas capacidades para automatizar tareas de seguridad en los edificios, ser los primeros en enterarse de cualquier imprevisto en el edificio, etc.

Ciudades: El uso del IoT hace que nuestras ciudades sean cada vez más inteligentes gracias a dispositivos conectados capaces de controlar mucho mejor el tráfico, así como su aplicación en los servicios públicos como el transporte, la iluminación, los sistemas de riego y residuos, etc. En lo que a la seguridad vial se refiere, el IoT y las nuevas tecnologías harán que los coches puedan estar conectados y tomar decisiones en tiempo real y con cierta autonomía.

Seguridad y privacidad relacionada con el Internet de las cosas

Como todo el mundo ya sabe, estar todo el día conectado hace que estemos las 24 horas del día expuestos a los múltiples riesgos que existen en Internet. Este es uno de los principales problemas a la hora de aplicarse el IoT en ciertos ámbitos, ya que ciertas empresas podrían enviar cierta información importante a través de la red para que la procesen determinados dispositivos y el hecho de que esta pudiera ser capturada o manipulada pondrían en una situación muy comprometida a esas empresas. Por lo tanto, su seguridad correría un gran riesgo. Además, en el caso de la Sanidad, la privacidad de las personas también estaría expuesta a todo tipo de ataques.

En este sentido, estos serían los principales aspectos a mejorar y que han sido explotados recientemente en diferentes ámbitos del IoT:

Uso de contraseñas: todo el mundo sabe que en numerosas ocasiones se han conseguido contraseñas de diferentes sistemas a través de ataques de fuerza bruta. Por lo tanto, el uso de contraseñas es un aspecto vulnerable en el entorno del Internet de las cosas si no se toman las medidas necesarias para evitar que cualquier atacante pueda obtenerlas fácilmente.

Servicios de red: El uso de servicios de red poco se seguros es algo que se debe evitar, puesto que nos exponen a todos los riesgos de Internet. El hecho de que se explote alguna vulnerabilidad detectada en este tipo de servicios, hace que se comprometa la integridad y seguridad de los dispositivos conectados, así como de la privacidad de los datos almacenados en ellos.

Apps, interfaces y componentes: Cualquier herramienta externa a los dispositivos IoT deben estar debidamente controladas y configuradas. Si alguna interfaz, app, web o API está configurado o no ofrece la seguridad correspondiente, esto hace que los dispositivos puedan ser comprometidos y poner en peligro la seguridad del IoT.  De la misma manera, el uso de componentes software o hardware desactualizados u obsoletos ponen en peligro también a los dispositivos.

Almacenamiento y transferencia de datos: En este sentido, cuando se manejen datos privados o confidenciales, es necesario llevar un control exhaustivo de los mismos dentro del entorno IoT. Para ello, se recomienda utilizar algoritmos de cifrado para evitar que el acceso a estos datos pueda estar al acceso de cualquiera.

El futuro del IoT

Se estima que para el año 2025 haya billones de dispositivos IoT. Esto hará que a la hora de comprar determinados productos, la mayoría de usuarios comprueben antes de nada sus capacidades para estar conectados a Internet. Por lo tanto, se espera que en un plazo de tiempo no muy grande, las empresas y las ciudades en general incorporarán cada vez más tecnologías inteligentes en su día a día con el objetivo de automatizar tareas, tener el control de ciertas cosas de forma remota o recopilar datos a través de los distintos dispositivos.

En este sentido, hemos visto cómo en algún momento el gigante del software, Microsoft, ha afirmado que en tan solo tres años, aproximadamente, la mayoría de empresas usarán el Internet de las cosas independientemente del sector al que pertenezcan, fabricación, comercio, transporte, medicina, etc.

Y es que lo cierto es que el gran auge de todo tipo de dispositivos IoT y el desarrollo de sistemas de telecomunicaciones más rápidos y seguros, hace que se favorezca el desarrollo de este entorno. La inteligencia artificial también es otro aspecto que está empujando el desarrollo del Internet de la cosas, tanto es así que son dos áreas que están completamente relacionadas en la actualidad.  Y es que gracias a la inteligencia artificial, se pueden entrenar algoritmos de machine learning que favorezcan el desarrollo del IoT.

Con la llegada del 5G se espera que el Internet de las cosas aumente su alcance, ya que las altas velocidades de conexión, pero sobre todo la baja latencia que va a ofrecer el 5G, va a hacer que el IoT llegue a muchos más sectores y ámbitos, ya que tendrá otras muchas aplicaciones que a día de hoy no son posibles de llevar a cabo.

Para saber más

Desactivar actualizaciones automáticas en Windows 10

AVISO: Los programas e información original aquí presentados sobre el bloqueo de Windows pertenecen a terceros; no nos resposabilizamos de ninguna manera del uso que pudieras hacer de esta información y/o de las aplicaciones descargadas de los enlaces referidos. La manipulación del Registro y de configuraciones de Windows quedan bajo la responsabilidad del usuario.

¿Actualizaciones automáticas? ¿Cuálo?

Con la última versión (por ahora) del Sistema Operativo de Microsoft, la opción de instalar las actualizaciones disponibles para el sistema operativo, y también para los otros productos de Microsoft, como las "apps" y plugings ya no existe. Así de fácil: para los del SO de Richmond, si tienes un sistema operativo tienes que, sí o sí, tener actualizado TODO o si no, ya nos encargaremos de que te dejen de funcionar cosas…

Aduciendo razones de seguridad, por aquello de que las -innumerables- vulnerabilidades del SO de Microsoft pudieran ser una puerta para posible marware que invadiría tu ordenador, Microsoft considera que ya no debes de ser tú el que considera instalar o no actualizaciones, ya no se fían de ti; de eso -y de otras muchas cosas que van a hacer por ti- ya se encargan ellos.

Al margen de valorar si esta es la mejor solución para proporcionar seguridad a tu equipo y a tus datos, a mucha gente le parece desacertado esta visión del uso de la informática: si yo tengo un ordenador de hace 10 años y me funciona bien, y tengo programas que utilizo desde hace 10 años y sin problema, y no voy a utilizar las "famosas" apps de Microsoft por la razón que sea… ¿Por qué tengo que cambiar de sistema operativo? ¿Qué es eso de que mi sistema operativo YA NO es seguro? Te recuerdo que me lo vendiste -porque se supone que todos lo pagamos en su momento- como lo más seguro que podía haber, e incluso se llegó a decir que con las mejoras de seguridad que se introducían en Windows 7 ya no haría falta ni antivirus (sí, que yo me acuerdo perfectamente). O sea: TE VENDO EL SISTEMA OPERATIVO de Microsoft, pero al cabo de unos años, decido que LO QUE TE HE VENDIDO YA NO TE VALE, y tendrás sí o sí que COMPRARME OTRA VEZ EL SISTEMA OPERATIVO de Microsoft.

Y para colmo, como empresa potente que es, Microsoft gestiona acuerdos con los principales fabricantes de hardware, léase procesadores, placas, tarjetas gráficas, etc, para que no se pueda aprovechar el hardware si se me ocurre instalar una versión anterior del sistema operativo imperante. No es que no funcione Windows 7 ó el 8 en un procesador moderno, es que ya se ocupan ellos de que aunque funcione, lo haga de tal manera que estés utilizando un procesador muuuucho más antiguo: no drivers, no actualizaciones, no soporte…

Vale que no me queda otro remedio, me compro para la empresa (o para mí, como particular) ordenadores NUEVOS e instalo el Sistema Operativo que me dices… Y luego rezo para que el software que tenía (y que también compré y utilizaba felizmente) siga funcionando con Windows 10. ¡Ah, pero es que la suite ofimática que utilizabas -el "Office" que te coloqué hace pocos años- también la "consideramos desactualizada" y ya ha quedado obsoleta. Y ahora tendrás que comprar también, sí o sí, la "nueva" suite ofimática de la misma marca para hacer lo mismo (porque no voy a hacer cosas nuevas, que yo no lo necesitaba) que antes, pero ahora LA TENGO QUE COMPRAR DE NUEVO PARA PODER ESTAR ACTUALIZADO.

Tu Windows 10 es un "colgao" de las actualizaciones

Pero las versiones anteriores de muchos programas que funcionaban bien en Windows 7 no funcionan igual de bien en Windows 10. Sin ir más lejos, los "congeladores" que se vendieron, y se vienen utilizando desde hace muchos años en ciber-cafés, autoescuelas, academias, aulas en general de casi todos los centros educativos no funcionan muy bien con Windows 10. Y es fácil de entender: Windows 10 está diseñado para funcionar, sí o sí, como sistema operativo actualizado 100%. Esto quiere decir que si al arrancar detecta que no se ha actualizado desde hace semanas o meses, pues te va a informar muy insistentemente, pero llegado el caso empieza a bloquear la ejecución de programas que considera "desactualizados" y ya no podrás funcionar con ellos. ¡Sí! Pero es más: también considera que algunos de sus programas básicos, sus "servicios" han de funcionar sí o sí en un entorno actualizado, y si no lo está… Pues se empiezan a bloquear servicios de Windows: ya no te deja acceder a la red de la empresa, ya no puedes imprimir, no puedes acceder a recursos compartidos, no se cargan los complementos de navegadores de Internet, no se ejecutan otros complementos necesarios de programas determinados… Con el tiempo, tu Windows 10 acaba colapsando por falta de "su alimento primordial": las actualizaciones automáticas.

Funcionando con un ordenador sin actualizar

Si tienes un ordenador con Windows y sus programas, y no quieres que accidentalmente se modifique, pues lo "congelas": esto pasa por instalar en Windows un programa que hace que sólo se guarden los cambios y configuraciones mientras no apagues el ordenador. Cuando vuelves a encender el ordenador, es como si no hubieras cambiado nada: todo funciona igual que la última vez que lo arrancaste. Puedes tener un ordenador "congelado" durante meses, o incluso años, y cada día que arranca, está exactamente como el día que lo "congelaste". Esto es toda una garantía de funcionamiento en lugares como una autoescuela, una academia, una gestoría, una oficina técnica, pero también una academia o un aula de informática o un departamento de escuela, instituto o universidad.

Esto era así para todas las versiones anteriores a Windows 8. Funcionaba todo a la perfección. A lo sumo, tendrías que "descongelarlo" un par de veces al año para actualizar alguna versión de navegador, o plugin, o para instalar algún software adicional o añadir/quitar alguna cuenta de usuario. Pero luego volvías a congelarlo y a funcionar limpiamente el resto del año. ¡Genial! Pero con Windows 8 llegó una nueva forma de acceder a la información del disco duro: Windows 8 (y sus sucesores igualmente) debe su supuesta rapidez de arranque al modo en que se "apaga": realmente "no se apaga"; guarda parte de la configuración actual de un modo especial facilitado por el nuevo modo de acceso a disco (UEFI, en lugar del antiguo MBR) de modo que al "encender" realmente no estás iniciando el sistema operativo, si no que estás recargando el núcleo de su estado donde lo habías dejado. Por eso, Windows 8, 8.1, 10 "parece" que inician tan rápido. Es por eso también que, tras instalar actualizaciones Windows, se te pide reiniciar. Es entonces, en el reinicio, cuando verdaderamente Windows 8 y siguientes se apagan y se vuelven a iniciar; es entonces cuando se hacen efectivos algunos cambios realizados en Windows, como las actualizaciones.

Es por esa forma de "apagar" particular de Windows 8 y siguientes, que los programas "congeladores" encontraron un problema a la hora de funcionar de modo adecuado: por una parte, estos programas cargan controladores adicionales que gestionan el disco duro para que los cambios que ocurren lo hagan en espacios virtuales, reservados, de modo que Windows no los utilice como cambios reales en el sistema operativo. Si apagamos el ordenador, esos espacios quedan desvinculados de los cambios reales que gestiona Windows y, al arrancar de nuevo, Windows vuelve a hacerlo como si nada hubiera cambiado. Si, por el contrario, queremos preservar los cambios antes de apagar, el programa congelador opera en su espacio virtual reservado para transferir los cambios al sistema operativo, para que se "dé cuenta de lo que tiene que conservar"; así, al arrancar de nuevo, los cambios se han contemplado. Este es, grosso modo, la forma de funcionar de los programas congeladores. El problema es que con Windows 8 y siguientes, los controladores adicionales que cargan los "congeladores" ya no son capaces de gestionar los datos en el apagado, ya que realmente, Windows 8 no se apaga cuando le damos a "Apagar"; sólo se cierran determinados servicios de Windows en las cuentas activas y se vuelca el estado a un espacio reservado de disco, que es el que carga Windows lo primero cuando le damos al botón de encender. Windows no se apaga, Windows no se congela: los cambios en configuraciones y programas sí que permanecen, aunque esté "congelado". Es así cómo empezaron a fallar los programas congeladores.

Las actualizaciones afectan negativamente la funcionalidad en PCs congelados con Windows 10

Lo descrito anteriormente sólo es un comienzo de la vorágine de despropósitos que pueden ocurrir en un Windows 10 "congelado". Las empresas de software de "congeladores" rápidamente se pusieron manos a la obra para contemplar ese modo nuevo de trabajar el "apagado" de Windows 8, de modo que surgieron nuevas versiones de los "congeladores" que también funcionaban en el modo de "apagar" nuevo de Windows. Parecía que todo estaba solucionado. Windows 8.1 llegó y con él nuevas actualizaciones Windows, pero el modo de trabajo adaptado de los "congeladores" parecía aguantar, siempre y cuando pusieras las actualizaciones de Windows en "no comprobar", ya que como estaba congelado ¿Para qué gastar recursos de red y tiempo de uso del procesador en actualizar si estaba congelado?. Windows no se actualizaba pero tampoco era tan grave: todo seguía funcionando igualmente.

Hasta que llegó Windows 10 y su concepto de "funcionamiento óptimo actualizado". Windows 10 se diseñó para funcionar como un sistema actualizado, es decir, que cuando arranca, sí o sí, empieza a comprobar si existe alguna actualización y se la descarga, sí o sí. Y se la instala, sí o sí. Y si hace falta, se reiniciará, sí o sí. Y tú no puedes evitarlo: no puedes parar las actualizaciones automáticas en Windows 10; simplemente, el sistema está diseñado para no hacerlo. A lo mucho, puedes postergar alguna hora el reinicio. No tienes control sobre lo que se actualiza, ni sobre el tiempo que necesitará el sistema operativo para, cuando se reinicie, esté disponible de nuevo para trabajar; ni siquiera te pregunta si te interesan o no los cambios que va a introducir: lo va a hacer y punto. Tu no eres el que controla tu ordenador; lo es el sistema operativo. Quizá esto te parezca tribial, pero a muchos no nos parece siquiera aceptable.

Y ¿si tienes congelado el ordenador? ¿Qué más te da si se quiere actualizar? ¿Si va a arrancar igualmente como el día anterior?. Pues no es eso sólo lo que hay que considerar: si no se actualiza un día, lo va a volver a tratar de hacer al día siguiente, y al siguiente… Y cada día va a descargar más actualizaciones disponibles (y las va a ir instalando en segundo plano, sin tu permiso), y más, y más… Y un día descubres que Windows considera que su situación es crítica y "ya no es seguro" y quizá deje de funcionarte algún plugin de navegador, o no te deje acceder a los recursos compartidos, esa impresora en red… hasta que no se actualice (que no lo hará porque lo tienes "congelado"). Y de esta situación no sale: cada día funciona más lento (recuerda que está siempre descargando cosas y actualizando cosas que al arranque no las va a conservar) y cada día observas nuevos fallos. Y tú te preguntas ¿Cómo es posible? ¡Si está congelado! !Tendría que funcionar como el primer día que lo congelé! Pues no, no es así, no para Windows 10. Recuerda que Windows 10 es un "colgao" de las actualizaciones.

¿Pero es que no puedo hacer funcionar a Windows 10 sin actualizaciones?

Bueno, ya lo dijimos: Windows 10 "está diseñado para funcionar actualizado"; si quieres que Windows 10 funcione "no actualizado" tendrás que cambiar su "diseño". Y eso, en principio, no está contemplado. En principio. Pero veamos eso más a fondo:

Para funcionar actualizado Windows, el sistema operativo hace funcionar una serie de "servicios", programas básicos, que realizan tareas de búsqueda de actualizaciones, de gestión de su estado, de comparación de su estado con el que se supone que tendría que tener si está actualizado, de programación de búsqueda de actualizaciones… Todo está diseñado para asegurarse que está a la última. Eso es lo que hay que cambiar: parar esos servicios que van a informar a Windows que no tiene las últimas actualizaciones, parar la programación de búsqueda de actualizaciones, parar la instalación de actualizaciones, parar la verificación siquiera de que está actualizado o no. Controlar esos servicios es la clave del bloqueo de actualizaciones, la clave de que Windows 10 siga funcionando bien sin que se actualice, la clave para "desenganchar" al "colgao" que es Windows 10. La clave para que Windows 10 deje de funcionar como Windows 10 y funcione más como Windows 8.1, en el que se podía trabajar desactualizado y no pasaba nada.

Una manera (sí, hay más de una) de desactivar las actualizaciones en Windows 10

Y ya circulan un par de aplicaciones que "paran" definitivamente las actualizaciones de Windows 10; y que también funciona igualmente con Windows 8.1 y Windows 8… De momento te decimos el cómo para que lo vayas haciendo tú mismito:

 

Otra manera (sí, ésta es muuuuuucho más sencilla) de parar las actualizaciones en Windows 10

Pero vamos a lo que nos atañe. Estás completamente seguro de que quieres bloquear las actualizaciones de Windows 10, pues en ese caso lo que tienes que utilizar es una app gratuita que nos dejan nuestros amigos de ADSLZone: StopUpdates10. Pero lo mejor de todo no es su función, tampoco que sea una app gratuita, más bien es su forma de uso que es lo más sencillo del mundo.

Cuando la ejecutes te aparecerá una pantalla con un panel donde te explica a modo de manual el control que va a tomar sobre las actualizaciones y también algunas notificaciones. Solo con pulsar el botón de ‘Parar las actualizaciones de Windows' ya lo tendrás todo hecho. En caso de que necesites recuperarlas no habrá problema. El mismo botón cambiará a uno llamado restaurar actualizaciones, entonces tu máquina recibirá todos los paquetes de software que no asimiló antes.

Website original de StopUpdates 10:

http://greatis.com/blog/stopupdates10

Espera, que hay otra más…

Por si no te fías del anterior sitio Web y de su aplicación, aquí te presentamos otra -quizá más fiable- que funciona de otra manera pero que también persigue el objetivo de que no descargues ni instales nada que no hayas pedido.

Windows 10 Update Switch es un programa portable y gratuito que te permite bloquear o limitar las actualizaciones de Windows de la manera más sencilla. Windows 10 Update Switch lo podemos encontrar en Ghacks y que simplifica esta tarea con una doble función: “apagar” las actualizaciones de Windows 10 (pudiendo volver a encenderlas en cualquier momento, claro) y también establecer algunas limitaciones para especificar el tipo de conexión en el que se permiten las actualizaciones así como el ancho de banda que podrán utilizar.

El programa es totalmente gratis y se puede descargar desde el siguiente enlace en su web oficial. Está disponible tanto en versión para instalar, como portable (así puedes meterla en una memoria USB y tenerla siempre a mano).

Website original de StopUpdates 10:

Para saber más:

Algunos trucos y apps gratuitas para ecualizar el audio de tu ordenador y que suene -casi- perfecto

El sonido final que escuchamos de salida en un ordenador es, por norma general, producto de una larga cadena de procesos informáticos. Incluye tanto componentes de software como de hardware y un mal sonido resultante suele ser víctima de incompatibilidades entre estas dos partes.

Puede que tu equipo no suene bien

Partiendo desde la base, primero tenemos que conocer un poco las características de nuestro equipo. Si operamos bajo Windows, algunos de estos problemas ocurren por el controlador ASIO.

¿ASIO qué? Este es un protocolo que provee una baja latencia entre hardware y software, mejorando el retardo en la respuesta de la señal.

La solución sencilla pasa por instalar el driver ASIO4ALL, un controlador genérico y gratuito que funciona con la mayoría de tarjetas de sonido.

También debemos tener presente los recursos que el sistema reserva y destina a las aplicaciones. En este particular, lo ideal es mantener los sistemas en alto rendimiento. En Windows 7, desde Inicio > Panel de control, en Windows 8 y 10 desde la barra de Accesos y Configuración > Panel de control. Desde ahí habremos de ir a Sistema y Seguridad > Opciones de energía y activar la modalidad Alto Rendimiento.


activando la opción de "alto rendimiento" para aprovechar todo el hardware

Qué es eso de “ecualizar”

Una noción breve: subiendo y bajando los controles o deslizadores, un ecualizador permite incidir sobre la amplitud y volumen de las frecuencias del espectro sonoro. Podemos alterar la intensidad de los tonos básicos a través de sus rangos de Herzios: graves, medios y agudos. De ahí que en muchos ecualizadores, cuando pinchamos en preconfiguraciones como la etiqueta metal se cambie la gráfica a una forma de V, dando prioridad a graves y agudos.

O cuando escuchamos música folk y de cantautor la gráfica tenga forma de dos jorobas, porque se preferencia el brillo de ciertas frecuencias de medios. Este es un principio básico que se utiliza desde el estudio de grabación a la mezcla final.

Un ecualizador divide la señal de audio en rangos de frecuencias: los graves quedan comprendidos por debajo de los 250 Hz (y desde los 20 Hz), los medios entre los 250 Hz y los 3.500 Hz y los agudos están situados por encima de los .3500 Hz (y hasta los 20.000 Hz). Y esas divisiones deberían al menos hacerse para cada octava musical, lo que nos lleva a 10 "cortes" al mosno. Así que ya sabes: controlar el flujo de sonido en las distintas frecuencias adecuado al tipo de tema no es cosa de tocar un botón y ya está: hay que currárselo más.


ecualización del espectro sonoro en función del número de reguladores o controladores de tono

El oído humano está sujeto a muchas alteraciones —edad, sexo, presión ambiental— pero podríamos decir, en líneas generales, que nuestro espectro audible comprende desde los 20 hasta los 20.000 Herzios. No obstante, para la reproducción del sonido en los equipos electrónicos no siempre se dispone de la tecnología necesaria para reproducir todo ese espectro sonoro con una calidad mínima:

  • para reproducir claramente los bajos hasta los 20 Hz necesitaríamos de una altavoz de más 10 pulgadas de diámetro (25,4 cm),
  • y para oir nítidamente los agudos hasta los 20 kHz sería necesario otro altavoz muy distinto: un tweeter de escasos centímetros.
  • el "amplificador" que genera la señal que va a los altavoces ha de ser de un mínimo de calidad; no vale cualquier cosa.


definitivamente, si quieres escuchar música con calidad, elige un equipo de calidad…

Por todo ello sólo podemos disfrutar realmente de un sonido de calidad en un equipo HiFi o con unos cascos de calidad (y no, esos cacharritos que te metes en los oídos definitivamente no sirven).

Buscando el sonido perfecto


configuración del hardware de nuestra tarjeta de sonido Realtek

Como decíamos, si queremos que el audio de nuestro ordenador suene correctamente primero debemos actualizar los drivers a su versión más reciente. En Windows es habitual encontrarse con Realtek HD y su retahíla de codecs, siempre presente en la barra inferior derecha. Pinchando y accediendo desde la Configuración de los altavoces, podemos pasar del estéreo (nunca el estéreo combinado) al cuadrafónico o sonido 5.1, siempre y cuando dispongamos de cuatro o cinco altavoces (aquí el sonido gana y mucho).

Los chasquidos habituales o cortes en el audio vienen por un funcionamiento errático del software. Lo recomendable es anular esos procesos que se ejecutan en segundo plano para optimizar el rendimiento de la CPU. En Windows, desde el Administrador de tareas simplemente debemos hacer click sobre la ficha Aplicaciones y, desde ahí, seleccionar al programa que esté respondiendo mal y pulsar Finalizar Tarea.

Mejorando el sonido con APO Equalizer


alguna de las amplias posibilidades de Equalizer APO

Equalizer APO es una maravilla como pocas. Programado de manera independiente por Jonas Thedering, este software exclusivo y gratuito para Windows permite aplicar distintos filtros a distintas entradas, aunque no incluye preconfiguraciones.

Una vez instalado, pinchando con click derecho en el icono del altavoz podremos seleccionar los dispositivos de reproducción activos. Desde ahí seleccionamos la salida que utilicemos en cada caso —auriculares, HDMI o VGA— y podremos revisar todas las opciones, como aplicar una ecualización concreta y guardarla a modo de preset. Incluye además una serie de configuraciones avanzadas para los más exigentes.

Pero para que a Equalizer APO le podamos sacar todo el partido de una manera más efectiva y accedas al control de más efectos, instálate luego Peace Equalizer, que es el complemento ideal; también de uso libre.


control de ecualización con Peace Equalizer de Equalizer APO

Modificando el sonido desde nuestra app favorita

Si escuchamos música en iTunes, desde el menú Ventana podemos acceder al ecualizador. Spotify tiene una opción muy escasa desde escritorio, accediendo desde las preferencias de la aplicación y seleccionando Reproducción > Ecualizador. Su compañera ideal en este caso es Equalify, un ecualizador de diez bandas con diferentes versiones, desde gratuitas hasta profesionales.


apariencia del ecualizador Equalify para

Otros reproductores gratuitos poco utilizados

VLC, siempre poco aprovechado


clic en la imagen superior para acceder al website de VLC

VLC, por otro lado, se tiene equivocadamente como una app exclusiva para vídeo. Nada más lejos de la realidad: como reproductor de audio planta cara perfectamente a iTunes o MediaMonkey. Incluye, lógicamente, un completísimo ecualizador de serie que puede modificarse según los diferentes canales de salida.

AIMP, pruébalo y disfruta


clic en la imagen superior para acceder al website de AIMP,
el reproductor ruso de uso libre multi-plataforma

AIMP, el reproductor multimedia de origen ruso, estaba orientado originalmente a la reproducción de audio de calidad; hoy en día puedes utilizarlo gratuitamente hasta para acceder a tus emisoras on-line. Con su ecualizador gráfico de 1/2 octava (20 cortes dan para mucho), ajustable incluso para cada canción; su DSP (Procesador digital de sonido) con sus efectos regulables de coro, reverberancia, eco, realce, flanger, tono; su gestión de librería multimedia y listas de reproducción…. ¡Ah! ¿Te he dicho que además se le pueden poner "máscaras" súper-chulas a mansalva?


no, no es una foto de un equipo HiFi; es una "máscara" de AIMP

Todo ello hace de AIMP una herramienta básica imprescindible para escuchar música con un nivel más que aceptable de calidad. Si se lo instalas (es de libre uso, y sin ad-aware ni engañifas añadidas) te encantará.


Para terminar, conviene echar un vistazo de vez en cuando al ecualizador maestro de nuestro equipo. En Windows es habitual encontrarse con el apartado dentro del driver —en Entorno— o desde el icono de Altavoz del que, pinchando con click derecho, podemos activar el controlador de volumen. Ya saben lo que dice la Navaja de Ockham: a veces la teoría más simple trae la mejor solución.

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